Títulos perdidos
Existen momentos, en lugares exactos, donde más deseo la cura para la nostalgia; caminando por un viejo parque sin sus bancos, por ejemplo. Sus columpios ya no están, ni siquiera niños hay ahora, como antes, incluso si viera niños sería solamente para observar alguna travesura que no va más allá de romper botellas o pelearse entre ellos. Cuando observo el cielo en diciembre, me pregunto cuántas veces lo he hecho a lo largo de mi vida, tantos recuerdos y olores que solamente quedan en mi mente como vagos anhelos de felicidad o tristeza, ya casi no siento alguna de las dos, cosa que me preocupa, porque solamente la nostalgia llena esos espacios tan valiosos. Extraño poder soltar lágrimas de felicidad, odio, temor y amor. Niñez, juventud y ahora no tan joven como cuando tenía diecisiete años es el presente, la pesada realidad. Este mes más que todo es para burlarme del sol, por su ineptitud al querer calentar la tierra donde me encuentre, incluso está mucho más bajo que en otro...