Exclamación (Relato banal Nrº4)

Las cosas en mi ciudad siempre me han parecido extrañas, bueno, yo soy un extraño de esos que son extremadamente raros para las casualidades. No parezco un mono, pero no me alejo mucho de aquel pariente muy lejano, ya saben, un tipo moreno (algunos dirían negro) Y aunque las posibilidades me hubiesen podido dar un peor cuerpo, tengo uno completamente normal y sano.

La verdad es que no me han pasado tantas cosas extrañas a mí solamente, la mayoría de ellas han sido en un bus, o esperando un bus, así que no he sido el único que ha presenciado espectáculos desagradables a cualquier vista de una persona del Primer Mundo o de un país desarrollado como Brasil y Paraguay JAJAJAJA estas personas se hubiesen trabado en un lapso de tiempo por el shock mental, pero ya saben cómo somos los del Tercer Mundo, perfectos moros.

Una vez de tantas veces que tengo para contarles es mi preferida en este caso.

Yo venía de mi antiguo liceo, este se encontraba en las antípodas de la ciudad (relativamente) y bueno, el viaje se me hacía muy eterno a veces sin la música que era mi acompañante todo el tiempo. La mala noticia y la buena noticia de ese día era que pensaba declararme a una chica, y la mala, bueno, no había podido pasar de grado por segunda vez, así que me devolvía a mi hogar con el autoestima por el suelo, o más abajo que este. La cuestión está en que además de haber esperado 45 minutos el bus, estuve hablando con una persona con facciones muy debajo de lo normal, esas que consideramos feas para el ojo humano, aunque la mujer era muy blanca, y eso a veces se le perdona (Aún tiene salvación). Después de hablar sobre las afeitadoras y las posibles depilaciones con hojillas de mala calidad, llegó el tan esperado bus, uno de 54 puestos aproximadamente, muchas personas suspiraron en ese momento, pero la mujer blanca no.

-Ay no, otra vez él-Decía con resentimiento la mujer blanca que se encontraba de segundo lugar en la fila, después de mí.

Yo no le presté atención a ese gran suspiro, supuse que era por el hombre que tenía Síndrome de Down, pelo e'gata le decían por donde vivíamos.

Pelo e'gata era bastante ruidoso, y si que era bastante ruidoso, es en serio. Ese pequeño hombre (Todos los humanos que sufren este síndrome tienen baja estatura pero increíble fuerza) era tan ruidoso como un corral de gallinas con un gato encerrado, todo los viajes en aquél bus eran un circo, él bailando al son de la música cristiana profiriendo groserías y gritos sin sentido. El conductor, claro, que es el que tiene la última palabra para dejar o no dejar que alguien esté dentro del bus no hacía completamente nada... Más bien le agradaba que este ser bailara a su alrededor mientras manejaba, o que fastidiara a mujeres y sus niños queriendo, de alguna forma, decirles a las madres que dejen que él tocara sus hijos, obviamente las mujeres no dejaban que hiciera eso, y ahí comenzaba el griterío.

-Mgamabuobo-
-Gcuoño etmadhre-
-Maurisco-Esta si la decía normal

Aunque las mujeres preferían bajarse antes que llegar a su destino, Pelo e'gata siempre conseguía a quien fastidiar por las tardes en buses, mujeres que no se querían bajar o hombres a los que les gustaba el sentir Tercermundista, Cristianismo fanático. Por extraño que parezca, Pelo e'gata sentía predilección por los niños varones o por los hombres adultos que se parecieran al conductor, esto comencé a notarlo después de cierto tiempo.

Aunque ese día, un Miércoles 13, no era exactamente mi día.

El espectaculo no me parecía para nada pasable, Pelo e'gata bailando como siempre, pero a mí lado. Ya se imaginaran su olor rancio después de pasar todo el día en un bus, adelante, el chofer se reía con sus dientes amarillentos y podridos mientras Francisco (Alias Pelo e'gata) Bailaba cerca de mí, obviamente no voy a entrar en detalles pero le dije al chofer que lo alejara de mí o iba a recibir un coñazo bien dado en cualquier parte, así yo hubiese sido en ese momento, apaleado y completamente malogrado por dos tipos comoa quellos, uno con una fuerza descomunal y completamente fuera del raciocinio y otra proveniente de un tipo con 1,81 de altura. Obviamente estos dos se querían mucho, y al dirigirse la palabra en público, el brillo de sus ojos parecía un espectaculo de fuegos artificiales, muy asqueroso. Nadie se daba cuenta de esto pero yo sí, por alguna extraña razón.

Ese día el bus no tardó mucho en recorrer la distancia que me llevaba a mi hogar, total, ese día solamente me iba a deformar con golpes con otros dos tipos que se aman en secreto. Un chofer sudoroso y evangélico fanático con otro que sufre de Síndrome de Down.

Había llegado por fin a mi hogar, hora del Internet a las 2AM.

Obviando todas las buenas y malas noticias en Internet, parecía que adquiriese otra identidad dentro de la red, siempre me conectaba a Chatroulette para pasar mis desgracias con un poco más de humor, o de sexo. En ese lugar todos son asquerosos seres que no tienen cómo relacionarse con otras personas de ciertas formas... Aunque yo no necesitaba la sexual, si necesitaba ver otras mujeres desnudas, contemplar su cuerpo y después escribir sobre ellas, de cómo las amaría en un mundo lleno de cables y fibras ópticas.

Muchas personas de Venezuela a esa hora tienen sexo fetichista, muchas tienen sexo anal, otras solamente se graban... Como el chofer gay sudoroso y Pelo e'gata.

Cuando vi exactamente quiénes eran a través de la pantalla mi corazón se aceleró a 1000, no podía creer que esos dos tipos supieran usar una computadora, mucho menos un navegador y saber que Chatroulette existía.

Se besaban, abrazaban frente a la cámara e ignoraban que yo estuviera detrás de ella, al parecer la poca luz no les hacía posible el reconocerme, para ellos, simplemente soy otro Venezolano bizarro que usa el Internet y el Live Chat para relacionarse de alguna forma con otro ser humano. Uno se puede dar cuenta en esta red de dónde eres y quién eres (Si eso prefieres) Siempre aparece la ubicación, y ellos son inconfundiblemente para mi sub-consciente, personas fáciles de reconocer en cualquier otra parte, además de que tengo una buena memoria fotográfica, puedo crear relaciones que me lleven a reconocer a una persona, como un diente, la forma de un ojo o el cabello o el tipo de piel y las manchas correspondientes en ella.

Además de que me cerciore de que eran ellos, no apreté el botón de Next. No, no soy gay. Muchas personas me dicen Raúl el Gay, pero es porque les hablo a muchas chicas y creen que soy mujeriego y que terminaré gay, pero no. SImplemente me quedé porque ese espectaculo no lo debía disfrutar otra mente de escritor bizarro como yo.

Así que ellos colocaban bien la cámara y se tocaban mientras yo tomaba bien mi lugar, me colocaba los audífonos, preparaba otra ventana por si acaso mis padres entraban a la habitación o mi hermano se levantaba y ellos comenzaban ya.

¡No se habían cambiado desde hace ocho horas! Y pronto se disponían a quitarse la ropa mutuamente, con movimientos de bailarinas o de burdel americano, esas parafernalias de hombres se quitaban la ropa sudorosa y mugrienta con amor y cariño extremo, se hacían cosquillas los dos. El hombre moreno, el chofer, se reía mientras le hacía cosquillas en la nuca y detrás de la oreja a Francisco, su cara de síndrome de down era inigualable, me daba asco ver eso y creí que iba a vomitar en ese instante, pero supe fortalecer mis nervios.

Los dos hombres con tremenda erección me causaban un asco y a la vez una oportunidad para comprender mucho más a los humanos de ciertas formas, no como lo hubiera hecho Sigmund Freud, sino como otro ser humano que contemplaba la degeneración que causa la sexualidad animal que todos llevamos.

Pelo e'gata se apresuraba a ponerse en cuatro patas delante de la cámara, movía su culo de síndrome de down al ritmo de la música cristiana que sonaba en el cuarto horrible y de bloque de arcilla roja, todo un espectaculo caraqueño y de baja calidad por el Internet del cual hacemos uso.

Lo penetraba.

-UOGUOUHGOUUOGUGUHHOUOOOUGH-Gritaba exasperante para mis oídos el pequeño hombre.

Entraba y salía sin cesar el moreno evangélico, con cara de excitación y sabrosamente desesperado por entrar completamente dentro del hombre rompía las paredes anales de Francisco, su amor de toda la vida, su amor en los cielos y en la tierra, su amor en los buses y dentro de ellos a la medianoche.

-AAAGH-El evangélico no tenía piedad y le gritaba cosas ininteligibles a Pelo e'gata, ya sabéis cómo son todos estos evangélicos de la verga, que los lleve el Diablo. Yo no soportaba más. Toda este circo sexual no me hacía gracia, el 69, Misionero, las diferentes posiciones del kamasutra chino, no podía. Tenía que apretar next, pero no podía.

Cogí un poco de pasta de dientes en el momento en que ellos se disponían a mamarselas después de haber entrado respectivamente en el culo del otro y me la coloqué cerca de los ojos, tenía que torturarme de alguna forma para saber que esto era malo para la salud. ¡DIOS! ¡ERA MALO HASTA PARA EL MISMO DIABLO!

Dios se retorcía en el cielo o dónde sea que tuviera razón la semántica humana.

No soportaba estar de frente a la computadora mientras estas dos personas tenían sexo entre sí, con razón los ojitos que se hacía, las risas de los dos, los duetos que hacían con la música cristiana, todo eso ya tenía una explicación lógica, fuera de los límites de la razón humana y el psicoanálisis de Freud.

Iba a suicidarme cuando me dispuse a ver por última vez ese espectaculo.

Pelo e'gata abrazaba amorosamente al chofer gay mientras este lo cargaba y penetraba paralelamente a la cámara, muy cerca. Vi cómo entraba su pene en el culo del ser, del hombre con síndrome y no aguanté más. Grité con todas mis fuerzas mientras borraba todo historial en la computadora, borraba todo, gritaba y apagaba. Mi padres entraban y yo me encontraba ovillado, con nauseas tremendas, fui al baño, expulsé los tacos mal hechos de la noche y lloraba. Lloraba como nunca por haber presenciado el límite del amor mismo. Era hermoso y perfecto a la vez, un amor que se había aprendido y formado a través del prejuicio social y la máxima depreciación de la que puede hacer uso el Ser humano, y me pregunté:

¿Esto podía ser una de las cúspides del amor?

Hagan esa pregunta ustedes.




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