LOCAL_MACHINE (Intento de una obra, primera parte)

*Haga clic aquí para iniciar*

Un software pésimo se muestra en una pantalla no tan pésima.

-Como quisiera que este simple acto llevara un significado mucho más grande-Dice para sus adentros Sascha.

Y es que lo único que lo anima a él, a Sascha, es conectarse con su ant-case y crear un poco de música en su viejo pero fiel ordenador, es lo más que puede hacer cuando se encuentra sin trabajo. Se dispone simplemente a veces, para dos cosas, ¿O quién sabe?, cada vez que lo piensa dos o tres veces más, se le olvida que vive de hacer música y decide entonces conectarse a la Intranet, acoplarse un viejo cable lleno de lubrix barato y 'sentir' algo de música en su brazo o simplemente usar un viejo programa de hace 20 años que le da vida, según él, a su ordenador de tres piezas.

Decide ahora acoplarse a una máquina, y admirar un poco de música; agarra los tantos cables que conectan su computador con el resto de su apartamento, le agrega un poco de bioconductor barato al pin de conexión.

-¿Todavía estas mierdas no lo hacen con olor a fresa, aunque sea para disimular el olor a muerto?-Gruñe Sascha.

La música a las entradas de su cubito da una percepción a su vista completamente irreal y al instante directamente recibe una descarga eléctrica muy lejos de ser satisfactoria, por ese tan simple choque eléctrico, Sascha recuerda que aún es humano, y que allá afuera, no quedan tantas cosas que se puedan llamar humanas. Una canción se escucha en sus huesos, en todo su esqueleto, pero en realidad, sólo son los nervios suyos; pero algo tan viejo como su compañero veterano de guerra y padre en tiempos libres tiene fuerza, una canción que no va a sus tímpanos, sino que viaja directamente a las neuronas que le complacen la canción, pero rápidamente se da cuenta de que ya no está para escuchar música, no lo hace él, sino su cerebro. 

Ahora las mentes si tienen algo de convicción, hayan dicho lo que hayan dicho los grandes médicos pre-modernos. Antes, según, nuestro cerebro no podía sentir de una manera... Independiente.

-Se equivocaban-Piensa Sascha. Los constantes choques han cambiado varios patrones en la humanidad, simples descargas eléctricas ayudan ahora al cerebro a saber cuál es su prioridad, y si su prioridad no es escuchar música, olvida eso de que vas a ganar.  

Decide entonces tomar el cable que sale del ant-case, le agrega un poco de bioconductor. Un olor a entrañas humanas, sulfatos de sodios y cloro se apodera de la pequeña habitación que está hecha de yeso y metal. -Aún no supero esta mierda de lubrix barato-. Un movimiento circular, brazos velludos, sudor humano con partes electrónicas liberticidas, *Haga clic para iniciar*. Instantáneamente todo su cuerpo se ve sacudido en alguna medida por algo a lo que aún no se acostumbra, físicamente solo siente un pin de entrada en su hueso del antebrazo, pero en sus neuronas una sobrecarga de información le llega como una onda de agua que se repite en un pequeño lago por el lanzamiento de una gran roca. En segundos su cuerpo se estremece, para, se estremece menos, para y se estremece menos... -¿Más información de la que ya tengo?-Gimiendo de dolor, Sascha siente cómo sus huesos se relajan ante la indiferencia que siente su cerebro hacia su cuerpo, y se centra ahora en la red de información Tierra-Luna, la Intranet. Creada como la más compleja red de antenas, repetidores y fulminadores que se haya creado a lo largo del Sistema Solar.

-Hola Sascha.- Una voz completamente cargada de indiferencia y tonos electrónicos invaden la mente de Sascha. No recuerda haber quedado en la ruidosa Solaris 2. Ni que su último recuerdo haya sido con Paul.

-Hola, Paul, ¿Cuándo decidirás pagarme?

-Cuando sepas qué es trabajar-La voz de Paul suena a robot barato por la semi-prótesis de cuerdas vocales del que hace uso. Ahora, Sascha, ¿Te puedo preguntar por qué mierdas estás en mi bar a esta hora?

 -Estaba aburrido, Paul. Me quedaba un poco de mierda de ratón resbalosa y quise venir a fastidiarte en esta red casi-azul de mierda. Por cierto, ahora me acostumbro mucho más lento al efecto péndulo. ¿Me darías un poco más del especial del día?

-Toma. Un pequeño sobre amarillo, del tamaño de una palma contiene la droga favorita de Sach. Lárgate de aquí antes de que decida dispararte y quitarte la poca humanidad mental que te queda, no necesito más problemas como los de ayer.

-¡Gracias!- Exclama con un entusiasmo anormal y una gran incógnita en su cabeza. ¿Primo? ¿Problemas? ¿Familia en Solaris 2? Tenía que encontrar respuestas, pero Paul no se las iba a dar tan fácilmente con lo tanto que le debe. Tantos pesos, cómo los va a pagar, no tiene idea. Tantos pensamientos, sin formarse en palabras, en su cabeza, tampoco sabe cómo los va a resolver.

La Intranet esta vez había tenido un efecto tan diferente en él, que no recordó dentro de aquella red de información si estaba drogado o no, antes de entrar en lo que es hoy la mayor red de Internet dentro de la República en la que hacía vida él, Sascha, su pasado se volvía algo difuso (La entrada misma). Así que por los momentos no sabía exactamente a qué se refería Paul, o a qué quería llegar una parte del subconsciente de su cerebro.

La Intranet misma ahora se veía cambiada. Los algoritmos a velocidades normales se veían de un color azul profundo, como el mar en la República. Pero, ¿Qué era lo que sucedía? Pues de tantas veces, contando aquella vez que Sascha se había emborrachado mucho en un súper-urbanismo dentro de una ciudad en el Oriente de un país en bancarrota, la manera en que ahora una simple red de conexión de datos daba su manifestación, era toda una trama sensorial para este no tan adaptado mental. Cuando Sascha tenía 14, su primera borrachera sucedía en una casa rodeada de casas unifamiliares sin nada de espacio para autos o algún revestimiento sonoro para calmar aquellos impulsos que Durkheim tanto temía.

-¿Y qué le vamos a hacer? Si cuando en nuestras pasadas vacaciones Andrea y Alex ya habían tenido sexo, ¿Y qué le vamos a hacer? Si apenas nosotros andábamos escuchando conciertos sin alcohol o mujeres.

-Sascha, baja la maldita voz, ¿No ves que estamos aquí , pero los vecinos de al lado son raros y se quejan de cualquier mierda de ruido?-Decía Paul, no tan alto y sonoro como Durkheim hubiese preferido.

-¿Y qué? ¿Y qué? El olor a ron rancio del caribe se manifestaba de una manera terriblemente verdadera en las narices de los compañeros de trabajo de Sascha. Ellos sí trabajan pero más bien estudiaban y a la vez cumplían con las funciones de mantener las ant de su escuela en un mantenimiento constante. Era mucho mejor que estar entregando correo y/o vendiendo nuevas drogas semi-filtradas en el centro de la ciudad. Como no tenían nunca nada que hacer en los primeros meses de ese año, decidieron él, Paul y DavidCy comprar una caja barata de hace 15 años y probar esa noche qué se sentía entrar en la Intranet apenas teniendo 14, 15 y 17 respectivamente. Era un crimen, sí. Aún no habían comprado alcohol con sus tarjetas craneales, ¿Y querían entrar en la Intranet? ¿Aquel lugar que vuelve adicto hasta al Papa? ¿Aquel donde las prostitutas hacen menos y ganan más? ¿Donde esas mismas terminan con cánceres nerviosos? ¿Qué pasaría si algo les sucediera a ellos en un suburbio no-vertical?

Olvidados de todo y de todos, la historia seguía; unos pares de jóvenes disfrutaban ron caribeño y vodka rancio, mientras a momentos, una madre le daba de comer a su bebé unas verduras como almuerzo, mientras, también, un vecino se dedicaba a masturbarse constantemente con música death metal a bajo volumen y una consola de hace muchos años, demasiado grande, ocupando una parte de su baño. Mientras su novia (la novia del vecino de Paul) Preparaba la cena con un poco de arroz y salsa de camarón sintético. Una consola, un botón de encendido, un pobre software copia hecho por algunos asiáticos, la vida de cuatro muchachos a punto de cambiar. Un comando se ejecuta en la Luna de la Tierra  L O C A L M A CH "I N E". Un inicio para el entendimiento de este mundo jodido donde ahora Sascha no podía escapar.

-Mierda, dice para sus adentros Sascha, ¿El destino existe?
 Lo único existente en ese momento eran los edificios que rodeaban a todas esas vidas. Y que las únicas vidas no tan miserables en ese preciso momento eran las de aquellos niños con un chisme de computadora de hace 15 años.

























Comentarios

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