El adjetivo son los estudiantes y Venezuela es el sustantivo (Libertad, Igualdad, Fraternidad)

Caminar por una calle de Venezuela a las 6:30PM y que no te suceda nada es un logro. Aunque esto no aplique para esas personas que van en sus autos importados, devorando lo poco de dinero que le queda al país. ¿Quién de nosotros no ha visto a un funcionario del gobierno montado en una 4x4 importada de Japón o Estados Unidos?  La desidia de la clase política es excesiva. La de nosotros también.

No sé en quién confiar, pero confío más que todo en los líderes que somos cada uno. Las palabras que cada uno expresa, con miedo, razón, ignorancia, son importantes en este momento. Todos necesitamos la educación y la implicación de nuestras palabras a la realidad. No digamos que estamos en contra, si no tenemos un argumento, no digamos, que estamos a favor, si no vemos los beneficios. Todo por mantener un sistema que se está cayendo a pedazos, o a lo mejor, siempre se estuvo cayendo, pero nosotros pasamos por las peores consecuencias. Más que estudiantes, somos el futuro y nadie se siente así. Desde los que saben más, hasta los que no opinan. Todos creen tener razón desde sus ágoras que son las redes sociales. Hagamos de la calle nuestra ágora. No tengamos miedo a alzar la voz en una protesta y decir que no se tiene comida y que no se tiene para costearse una vida si al fin y al cabo, estamos en el país más pobre del mundo. Las playas bonitas no importan en este momento, o la cantidad de ríos. El Ávila o el Salto Ángel no nos van a sacar de esta economía destruida por el Socialismo, ni tampoco la Isla de Margarita y sus mujeres. Nos sacará de esto el esfuerzo y dedicación que le pongamos. A la fuerza en la calle. A la siempre manifestación de nuestra situación.

No creo, por ejemplo, que el Gobernador del Estado Sucre esté sufriendo por no haber comido lo suficiente hoy. A lo mejor está cagando abundantemente por toda la comida que se puede costear. El pobre que está cerca, en nuestro barrio, siquiera tiene comida en su estómago para poder expulsar algo. Quizás aire mal oliente como ese que se encuentra en el Banco Central de Venezuela, en sus bóvedas. Quizás una pequeña brisa parecida al tufo que debe tener Nicolás Maduro, por pasar todo el día despierto pensando en cómo follarse a Cilia Flores.

No me importa que pienses que soy falta de respeto. Me parece mucho más horrible y denigrante que los funcionarios del gobierno usen dólares para costearse sus casas en Miami, Lecherías, Chacao, Nueva York, Bogotá, Quito, Lima y que hablen, frente a una pantalla sobre cómo el CLAP llega a no sé cuántos millones de personas.

Y tampoco me importa mentarle la madre a Julio Borges, porque en su ignorancia, en su poder, no es capaz siquiera de responder a un periodista chavista. ¿Qué sucede? ¿Por qué no somos nosotros los que tomen la palabra y el poder? Pensando en que cada uno se ha esforzado por salir de esa maraña política que construyó Hugo Chávez. Ahora me doy cuenta, Hugo Chávez pudo haber tenido una gran mente. Pero nunca tuvo buenas intenciones. Destruyó la poca cultura y educación que teníamos.

¿Quién no ha escuchado con celos las historias de sus padres? De cómo salían a cualquier parte del país, sin preocuparse por la inseguridad (A que los asesinaran, robaran, secuestraran) Sin preocuparse por el dinero, sin preocuparse por su futuro (Quizás esto los llevó a la irresponsabilidad con el país) Pero no divagemos en este momento. Quizás solamente podemos expresarnos por una red social, o Internet, pero podemos. No esperemos que nos cierren la única manera de pensamiento libre. Pero tampoco esperemos que el gobierno salga estando nosotros desde nuestras casas.

Nosotros como estudiantes, como jóvenes, debemos mantener nuestro pensamiento en la altura necesaria. No protestes si lo que harás es estar en la primera línea recibiendo todo el fuego de la represión, que lo haga también tu líder político.

Que horrible es para un estudiante interesado en arte, embarrar su pensamiento de rencor y odio hacia personas que no se preocupan por los pobres, pero lo hago, lo haré y siempre sucederá, sin importar qué. La libertad es muy poca para mí, encerrado ahora en un país donde debo lamer botas para tener un trabajo. La igualdad es poca para mi, en un país donde ser chavista te garantiza un auto nuevo, una beca, una vida. La fraternidad me parece poca cuando en un país se ve con malos ojos a alguien que come de la basura. 

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