La adicción hacia Venus
Parecía tan corta la distancia, tan hermosa la vuelta hacia atrás, sería tan interesante mirar al Sol y su amante de fuego, Venus, porque Mercurio sólo estaba indeciso en qué entregar.
Nubes de metales fundidos, azufre como si fuera agua, un lugar sofocante y cálido a la vez, que podríamos destacar en varios parsecs a la redonda, sólo porque es un nombre podríamos decir que lleva la belleza en algún lugar escondido, una Venus escondida entre tanto alboroto y algo de calor, sólo algo de calor...
No parece tan interesante si la tomamos como primer amante de tus lunas, primer amante de tu Sol, pero es una adicción que queda para siempre, verla y recordarla simplemente es una adicción malvada de azufre y calor sofocante.
De un vientre mana la llama de la desilusión, sólo quisiera olvidar eso con azufre en mis labios y metal fundido atravesando mi piel.
La adicción a Venus se volvió celosa por mis pensamientos fugaces de un futuro mejor, lejos de cualquier cosa que pueda dar calor y afecto, que alimentaría más una adicción humanamente sanguinaria de neuronas, cegadora de pensamientos lógicos, la Parca del cariño propio.
No pienso dormir y descansar bien hasta que Venus de negra alma me diga que deba descansar en su mente, para siempre, y mi cuerpo llorará por haber querido más azufre y metal fundido.
No habré dormido nada hasta que Venus, la de cabellos castaños maltratados, me diga que deba olvidar, descansar en su alma, porque nunca tendré de nuevo azufre en mis labios y calor mortífero en mi piel. Dormiré, porque Venus es mi adicción eterna, y Ella debe entregarse a alguien mejor.
Yo no soy alguien mejor, pero sí alguien que quiere comprender a toda costa, es mejor que aquellos hombres que prefieren negar verdades antes que enfrentarlas, porque de mi corazón sale desdicha, y cada barco que rescata este Ser, ha sido merecedora todo una vida de mentiras y adicciones, porque todo es una adicción. Aunque mi vida es de Venus, y sé de la vida de Venus porque conozco su adicción.
De la verdadera vida no hay que preocuparse, habría que conocer la adicción para saber qué es vida en sí.
Nubes de metales fundidos, azufre como si fuera agua, un lugar sofocante y cálido a la vez, que podríamos destacar en varios parsecs a la redonda, sólo porque es un nombre podríamos decir que lleva la belleza en algún lugar escondido, una Venus escondida entre tanto alboroto y algo de calor, sólo algo de calor...
No parece tan interesante si la tomamos como primer amante de tus lunas, primer amante de tu Sol, pero es una adicción que queda para siempre, verla y recordarla simplemente es una adicción malvada de azufre y calor sofocante.
De un vientre mana la llama de la desilusión, sólo quisiera olvidar eso con azufre en mis labios y metal fundido atravesando mi piel.
La adicción a Venus se volvió celosa por mis pensamientos fugaces de un futuro mejor, lejos de cualquier cosa que pueda dar calor y afecto, que alimentaría más una adicción humanamente sanguinaria de neuronas, cegadora de pensamientos lógicos, la Parca del cariño propio.
No pienso dormir y descansar bien hasta que Venus de negra alma me diga que deba descansar en su mente, para siempre, y mi cuerpo llorará por haber querido más azufre y metal fundido.
No habré dormido nada hasta que Venus, la de cabellos castaños maltratados, me diga que deba olvidar, descansar en su alma, porque nunca tendré de nuevo azufre en mis labios y calor mortífero en mi piel. Dormiré, porque Venus es mi adicción eterna, y Ella debe entregarse a alguien mejor.
Yo no soy alguien mejor, pero sí alguien que quiere comprender a toda costa, es mejor que aquellos hombres que prefieren negar verdades antes que enfrentarlas, porque de mi corazón sale desdicha, y cada barco que rescata este Ser, ha sido merecedora todo una vida de mentiras y adicciones, porque todo es una adicción. Aunque mi vida es de Venus, y sé de la vida de Venus porque conozco su adicción.
De la verdadera vida no hay que preocuparse, habría que conocer la adicción para saber qué es vida en sí.
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