Más allá del horizonte (Exquisito pesar Nrº4)

La puerta de madera me parecía extraña desde el suelo de mi baño, el mal olor no predominaba, no tenía olfato, tantas cajas de cigarros me han jodido el estómago, pulmones y laringe. Aunque todo es temporal, yo no me preocupo.

A veces siento mi propia vida como un sueño, algo que no es de aquí ni de allá. ¡Quieres morir en todo momento! Pero no es cierto, eso es una estupidez que la sociedad ha inventado, para deshacerse de los tontos, los que se dejan llevar muy fácilmente, aunque sin saberlo, el capitalismo nos salva de la destrucción social, me salva de muchas personas, de mi mismo. 

En mi sueño escapaba una y otra vez del temblor de mis piernas, saltaba y quería volar hacia el cielo para no sentir el caminar hacia mi casa. En el sueño, las explosiones me dejaban sordo y cubrían todo lo que veía, me cubrían a mi con su calor, aunque de todos modos pierdo el oído con su voz, y aunque suene repetitivo, todos los días olvido cómo habla. 

La maldición no es estar enamorado, es tratar de descubrir con mi olfato imaginario cuál es su olor; me imagino en Bizancio y el sentir de la alfombra, el sentir de alfombra y ella acostada aguardando al futuro, porque olvidó leer. Ella acostada y su entrepierna perfumada. 

No puedo descubrir la mentira siendo un mentiroso, quizás sea mi castigo ser tan tonto y dar oportunidades, pero se merece más que una oportunidad, merece la libertad de ser como es y perdurar en mi mente así sea por todo un eon. 

Al caer la tarde ya el cielo no se pinta, quizás porque prefiero ver cómo se pinta mi corazón con el cielo que son sus ojos. No puedo escapar de los cigarrillos baratos y las palabras en francés mal pronunciadas. No cuento sobre mi, cuento sobre el sueño que es mi vida. 

Y me parece mucho mejor imaginar cómo respira,y por eso prefiero quedarme callado. Amo el silencio tanto como te puedo llegar a amar.